El proceso de la filigrana comienza fundiendo pepitas de plata u oro a altas temperaturas. Tras fundirse, el metal se vierte en moldes que producen lingotes al enfriarse. Entonces, los lingotes se prensan y se estiran varias veces, hasta obtener alambres de diferente grosor. Los alambres más gruesos se usan para dar forma a la montura exterior del diseño concebido. Rellenar el esqueleto exterior implica un complejo procedimiento de intrincado: dos hilos muy finos se entrelazan en forma de cuerda, y después se aplanan y se calientan. En este punto, se cortan en trozos pequeños, y estos se entrelazan manualmente para producir formas circulares, que más tarde se colocan en la montura exterior y se sueldan.

El artículo semi-terminado se sumerge en productos químicos especiales para eliminar el óxido negro, y se deja secar. El último paso es un proceso de pulido. Este se realiza pasando los objetos por una máquina giratoria, en la que se dejan durante varias horas, puliendo así los artículos.